Sunny 1. Matsumoto.
Sunny 1. Taiyo Matsumoto.

Desde que tenía cinco años las monjitas de mi cole se esforzaron muchísimo en que postulásemos anualmente en favor del Domund, porque «todos los negritos tienen hambre y frío». Pero cuando realmente comprendí  que el mundo era una caca fue el mismo año en que los ojos de la niña Omaira me miraron sin saberlo. El mismo en que leí la historia de una pequeña abandonada, una criatura Nacida en Domingo.

No había cumplido mi primera década cuando estrené mi carné del Círculo de Lectores.  La primera compra que hice fue un libro titulado así,  «Nacida en Domingo», escrito por una  tal Grudrun Mebs . Yo tenía nueve años, más o menos como la protagonista de aquella novelita infantil que comenzaba exponiendo una frase que afirmaba que los niños nacidos en domingo lo hacen bajo la buena estrella. Pero se ve que aquel Día del Señor  el cielo nocturno debió de estar nublado, porque la muchachilla daba con sus huesos en un orfanato.  Desde entonces, han pasado muchos niños de papel por mis manos, ficciones extrapolables a una realidad donde la crueldad de los adultos para con los niños no sabe de nacionalidades ni de siglos.

Pero Sunny no es un niño. Es un coche abandonado en las propiedades de una Casa de Acogida que no tiene nada que ver con el hospicio de aquella Señora Mann y que además tiene esa válvula de escape, el Nissan Sunny 1200 , un vehículo desvencijado donde los pequeños se inventan su realidad paralela.

Este es un tema troncal, pero accesorio. El coche es una pequeña parte de una historia de seis capítulos que se centra en los distintos chiquillos de la Casa . Cada uno de ellos tiene unas circunstancias que lo han llevado a la «Casa de los niños de las estrellas»  y aunque casi todos tienen al menos un padre, estos, por alguna razón más o menos condenable,  no pueden cuidarlos.  Cada historia se desencadena desde un acontecimiento cotidiano para presentarnos uno a uno a los entrañables niños y niñas, el por qué están ahí, qué es lo que sueñan, a qué le tienen miedo.  Los capítulos van directamente de la cabeza al corazón, porque están repletos de emociones agridulces pero no tristes, porque para soportar las penas y compartir las alegrías del día a día están todos los críos de la Casa , que pese a no compartir sangre son familia. Una muy necesitada de cariño. 

La ilustración es muy atractiva, evocadora. Naif en ocasiones y agresiva cuando lo requiere, salpicada por láminas en color que dan ganas de arrancar y colgar de la pared.  Una vez terminado el manga y superado el momento bombero de F.451, la ilustración, vista en modo coral , se percibe con un punto nostálgico que sincroniza perfectamente con la acción, narrada a años pasados.

Me ha gustado mucho este manga. Será porque desde aquella desvirgación de mi inocencia me han sucedido muchas cosas, entre ellas tener niños. Y son precisamente las retinas de mis dos churumbeles las se abren ante mi como una aparición mariana para recordarme que la infancia, la de todos los niños del mundo, es Sagrada.

Nivel de molaridad: Un 8.

 

Nissan Sunny-matsumoto