Después del reconstituyente parón navideño, nos embarcamos en la lectura de lo que, creímos, sería una biografía del poeta granadino Federico García Lorca (sí no nos habíamos leído previamente el cómic). Sin embargo, nos encontramos con mucho más. Una obra en la que lo que no se cuenta es más importante que lo que está presente y en donde el miedo se erige como el verdadero protagonista. Ahí vamos.

Comenzamos la sesión, como siempre, recomendando cómics y libros relacionados. Bastante cómic de autor, biografías y la petición especial, otro gran cómic español, de Blacksad; dieron paso al tebeo que estaba en boca de todos después de leer La araña del Olvido: Los surcos del azar. Un cómic en donde se elabora un complejo ejercicio de recuperación histórica a través de un personaje de ficción. Tras una serie entrevistas ficticias entre él y su alter ego, Paco Roca nos ayuda a desentrañar la verdadera historia de «La novena».

Apuntada ya esta novela gráfica para los pocos miembros del club que aún no la habían leído, nos dedicamos a hojear parte de la extensa obra del poeta granadino y a la infinidad de obras relacionadas con su figura. Entre ellas destacamos Seis poemas gallegos, en donde Lorca con ayuda de Eduardo Blanco Amor entona un homenaje hacía nuestro paisaje y nuestra lengua. Tras esta presentación surgió un pequeño debate acerca la verdadera autoría de esos poemas, que mucha gente atribuye al propio Blanco Amor, y sobre la verdadera relación entre los dos escritores que se creía que eran amantes.

Entrados ya en materia, y con la figura de Lorca rondando nuestras cabezas, recibimos un elogio por parte de una de las personas que conforman nuestro club; que se maravilló con la figura del investigador Agustín Penón, del que no conocía nada en absoluto antes de leer el cómic. Una vez introducida la persona sobre la que gira el eje central de la obra, nos recordó a Marta Osorio, que fue la encargada de compilar y dar forma a los miles de papeles que conformaban el estudio que Penón había realizado tras la muerte del poeta. Con ansias de saber más, nuestra compañera se leyó las más de mil páginas que conforman esta compilación convirtiéndose en una verdadera erudita en la materia. Después de leerlas se dió cuenta de la importancia de la documentación y la concreción del trabajo realizado Bonet en el cómic que teníamos entre las manos.

Ante este estudio nos llamó la atención y nos dimos, de nuevo, cuenta de la enorme pérdida de identidad cultural que supuso la dictadura. Tanto que han sido los estudios foráneos, como sucede también en este caso, los que redescubren y popularizan la obra de nuestros poetas, escritores, cineastas… siendo, la figura del cineasta coruñés Amando de Osorio, desconocido en nuestro país y estudiado en Escuelas Superiores de Artes cinematográficas de todo el mundo, el gran autor gallego olvidado.

Tras un breve lapso en el que nos tomamos un vaso de gaseosa recordando a uno de los personajes más odiados de la novela gráfica, nuestrxs miembros más maduros nos comentaron, a modo de anécdota, que recordaban la frase hecha «Estará con los papeles de Penón» para referirse a personas u objetos perdidos y/o difíciles de encontrar.

Después de la cara de estupefacción ante esta frase hecha, y de unas buenas risas a su costa, nos preguntamos el motivo por qué no había acabado Penón su trabajo. Si bien el cómic nos muestra una figura negra, que puede reflejar el miedo al «qué pasará» por ahondar en uno de los episodios mejor guardados y más avergonzantes de la guerra civil, no se acaba de concretar el motivo del deterioro físico y psicológico de Penón. Tras muchas conjeturas ante este tema, al único acuerdo que llegamos fue que la ilustración no definía demasiado bien el estado de ánimo de Penón provocando en el lector emociones contradictorias y situaciones confusas que se podrían haber evitado con una mejor planificación estética.

Ya centrados en la figura del poeta, no pudimos dejar de recordar a Leonard Cohen, que siempre fué un enamorado de la poesía lorquiana, y su interpretación del Pequeño vals vienés. Así como tampoco nos pasó por alto el status de mártir que adquirió el poeta tras su abrupto asesinato, lo que supuso una globalización de su obra siendo el más conocido, aunque no el mejor autor, de la generación del 27.