
Blacksad es uno de esos tesoros de dominio público que merece la pena admirar detenidamente. Una rara avis del mundo de las viñetas en donde confluyen maestría y estilo para crear uno de los mejores cómics que se han editado jamás. Y ya no estamos hablando sólo del título que vamos a comentar a continuación sino de toda la saga, que presenta unas características únicas dentro de cada arco argumental y que ha cosechado un sinfín de premios a lo largo y ancho del planeta. Entre ellos destacamos: Cuatro premios Eisner – dos a mejor dibujante, uno a mejor álbum internacional y otro a la mejor edición de material internacional; Premio Harvey al mejor álbum; Mejor dibujo y premio del público en el Festival de Angouleme; un premio nacional de cómic y cuatro premios en el Saló de Barcelona. Casi nada.
Ahora si, centrándonos en el primer tomo, que fue editado por primera vez hace poco más de 18 años, nos encontramos con una historia clásica de novela negra (quizá la que más se enmarca en los cánones y estereotipos de género de toda la saga) cuya novedad y particularidad, a parte de los animales antropomórficos de los que me niego a hablar, son los juegos narrativo-sensoriales de autoidentificación con la historia y los personajes. Éstos, lejos de ser un mero recurso en el que apoyar la historia, se convierten en el leit motiv de la novela gráfica.
Y es que, ante la dificultad de enfrentarse a un tomo en el que hay que presentar a los personajes y escribir una historia en poco más de cuarenta páginas, los autores optaron por utilizar a los lectores como parte activa de la narración. Presentándonos visualmente a un personaje estereotipado (un detective privado fumador con gabardina) elaboramos, inconscientemente, un esquema mental de lo que pudo ser su historia. Así, utilizando nuestros conocimientos previos del género, rellenamos el pasado, presente y, casi, futuro del personaje principal en cuestión de segundos, cayendo de cabeza en la trampa tendida por los autores: no hay, y a la vez hay, presentación de personajes.
Pero eso no es todo. Por si este juego narrativo nos supiera a poco, Guarnido nos presenta a cada uno de los personajes principales con una paleta de colores diferente. Ésta, además de denotar rasgos de la personalidad de cada unx de ellxs, sin tener en cuenta sus expresiones faciales y/o sus atributos animales, nos imbuye en su mundo interior. Así, la gama cromática se convierte en un agente activo de la narración. Nos produce sentimientos y emociones reales y ficticios que la alteran en forma y fondo, hasta tal punto que puede llegar, incluso, a manipular nuestra visión general de la historia.
Saliendo un poco del apartado gráfico, nos encontramos ante una obra bastante completa en líneas generales con un guión muy ágil, verosímil y efectista. A pesar de rozar el maniqueísmo, nos muestra un entramado social piramidal bastante coherente y, sobre todo, nos invita a soñar con un mundo que, lejos de ser ideal, puede convertirse en un lugar mejor para vivir.
el 13 de febrero estará Juan Díaz Canales en la ciudad de la mano de Javier Pintor. A las 18:30 h en la Uned 🙂
Genial, Sira. Se lo diremos a los del Club para que asistan. Muchas gracias 😉