
«Si quieres saber quién eres, camina hasta que no haya nadie que sepa tu nombre». Patrick Rothffus en El nombre del viento.
A pesar de su corta extensión, «As serpes cegas» es una de esas obras que, casi sin pretenderlo, más preguntas suscitan una vez acabada su lectura. De entre ellas, una vieja interrogante surge nuevamente para recordarnos que estamos muy lejos de encontrar solución a la misma pregunta que nos habíamos formulado hace ya más de cuatro años: ¿Qué/quién soy realmente?. Y es que una de las tareas más dificíles a las que nos tenemos enfrentar como individuo es la de conocernos a nosotrxs mismxs. A indagar, más allá de nuestros propios ideales e ideas preconcebidas, la parte más oculta de nuestro ser.
Si bien este cómic nos incita a cuestionar nuestra persona a través de los propios personajes del tebeo; son las ideas preconcebidas que tenemos sobre éstos los que nos hacen entender el verdadero significado de la condición humana: el ser humano es un animal social, y como tal su supervivencia está por encima de todo. De ahí que, durante toda la BD, seamos partícipes del descenso a los infiernos de los dos personajes principales: Ben Koch y Curtis Rusciano. Dos personajes corrompidos por su propio ego y que se han malogrado hasta tal punto que utilizan sus ideales para escapar de si mismos. Dos antihéroes que ahondan en el paradigma del hombre moderno vengativo, falto de escrúpulos, interesado y egoísta.
Para completar el marco tenemos a un tercer personaje que, paradójicamente, aporta mayor verosimilitud a la historia. Se trata de un enigmático hombre de rojo con un oído muy fino que, intentando dar caza a Ben para que cumpla una promesa, da el pistoletazo de salida a una persecución a tres bandas.
Ésta, que guarda mucho paralelismo con la literatura japonesa (la senda del camino del asesino, la presencia de personajes fantásticos, el código de honor, la venganza como redención…), nos llevará por un, aún deprimido, Nueva York de 1939; por diferentes batallas de la guerra civil española y por la seguridad de que pocas obras tan ambiciosas han tenido tanto éxito de crítica y público.